Cuando
surge un problema
Proverbio 17:22 El corazón alegre produce buena
disposición: Mas el espíritu triste seca los huesos. (La Biblia Reina-Valera Antigua)
Cuando surge un problema
en nuestra vida, la primera cosa que hacemos, es buscar en una tercera persona,
o bien, la culpa, o la solución de dicho problema. Empezamos por lo más cerca
que tenemos: nuestra pareja, los hijos, la familia, amigos y ya cuando no tenemos a más nadie se la
adjudicamos al gobierno de turno.
Si alguien en esos momentos nos diera un poder para
cambiar lo que no está funcionando, lo más seguro que haríamos una larga lista,
pero en esa lista nuestro nombre no estaría.
Nos sentimos en la capsula de la perfección, donde los
que están fuera no sirven para nada. Seguro que pensaran que exagero, pero en
muchas oportunidades yo he actuado así y
también lo he sentido y vivido en carne propia de parte de otras personas.
Si tu hijo está tranquilo y feliz, escuchando música en
su habitación, con un desorden total, y no quiere obedecer y uno estás enojado y rabioso por eso; se
debe reconocer que el problema quien lo tiene es uno y no el.
Muchas veces tenemos suficientes motivos para enojarnos y
con razón, pero aun así, el problema es nuestro y por lo tanto nos corresponde
a nosotros buscar resolverlo. Cuando comenzamos a reconocer que somos parte del
problema, ya las cosas empiezan a mejorar.
Una de las primeras pasos que hay que dar es un cambio de
actitud. Cambiar la actitud negativa de ver las cosas y producir un cambio
positivo de actitud. Esto es algo súper sencillo de hacer y lo más importante, depende solamente de uno mismo.
Una vez leí una frase que me llamo la atención y siempre
la aplico y no falla: Cuando algo se te pierda, busca primero debajo de tu
almohada.
No tratemos de arreglar el mundo, empecemos por nuestro
mundo, nuestro mundo interior; conociéndonos mejor y reconociendo nuestras
fortalezas y debilidades. Aprendiendo de las situaciones y sacando provecho de
las adversidades.
Lo que nosotros esperamos de los demás, hagámoslos con
nosotros mismo: si quieres que te consientan, consiéntete tú primero. Si
queremos que nos presten atención y nos escuchen, entonces comienza por escucharte
tú mismo. Muchas veces pasamos por alto, lo que nosotros mismo nos decimos;
cuando veo una persona con un vicio, por ejemplo, un fumador, enseguida pienso
y me digo “que persona tan débil”, ¿cómo es que no puede dejar ese vicio? y
enseguida oigo ¿y por qué tú no dejas de beber tanto café? Si ponemos atención
a ese dialogo, nos volvemos personas más empáticas, capaces de ponernos en los
zapatos de los demás. Nos vamos saliendo de esa capsula de perfección y las
soluciones comienzan a fluir.
Empezar de adentro hacia afuera, lo contrario es
difícil ya que tendríamos que manejar
factores que no están bajo nuestro
dominio o bajo nuestro control o
mando.
Recuerdo que cuando yo trabajaba en un departamento de
control de calidad de una industria de bebidas y debíamos reportar los
productos que estaban fuera de la norma, el reporta se enviaba al departamento
de producción en cuestión para que se hicieran las correcciones pertinentes , y
en lugar de eso, al cabo de un minuto o dos teníamos encima a todo el
departamento en el laboratorio pero chequeando todos nuestros procedimientos y buscando el más mínimo motivo para echar
por tierra el análisis. Por esa razón siempre antes de reportar, no solo se
repetía nuevamente el análisis para estar bien seguro, sino que se chequeaba
todo de manera que nada fuera cuestionado. Algo así debemos hacer también en lo
personal, revisémonos porque muchas de las cosas que nos molestan o desagradan es
porque de eso tenemos bastante.
Muchos obstáculos y limitaciones que afrontamos al encarar
las adversidades, tratamos de buscarlas o justificarlas fuera de nosotros o
como decimos por ahí “echarle la culpa a otro” y en realidad esas barreras no
las vemos porque están dentro de nosotros mismos.
Los problemas o acontecimientos negativos siempre
llegaran pero desarrollemos la actitud correcta para enfrentarla:
Trata con personas positivas, si es de cambiar
amistad, cámbiala.
Cultive una actitud
basada en la fe, en la esperanza y en el amor.
Sé paciente y comienza los cambios que sean necesarios.
Mantente erguido y
sonriente: estas posturas son incompatible con estados emocionales negativos.
Haz el bien a quien lo
necesite, no te hagas la vista gorda.
Y sobre todo trabajar
un poco cada día con constancia y tener en cuenta que se trata de una de
elección que debes hacer: o decides ser pesimista y quedarte triste y sin
aliento o decides ver la vida con optimismo y alegría.
Y así como también esas
limitaciones que llevamos dentro, hay algo también muy cerca, y que no lo vemos
que solo está esperando a que acudas a él y le pidas ese cambio. No tienes que
ir a hacer cursos de crecimiento personal para avanzar en este sentido:
Acude a Dios, aprende a Orar correctamente.
Generalmente cuando nos encontramos en lo más profundo de un problema, es
cuando la oración fluye de manera más auténtica, más sentida y por lo tanto más
sincera.
Lee la Biblia ya que en ella encontraras la
palabra de Dios (aunque escrita por los hombres, ella fue inspirada por Dios) y
te llenara de fuerza interior para afrontar lo que venga.
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