Empédocles de Agrigento (492-430 a. de C.)
Fue un personaje muy extraño, mezcla de poeta, adivino y
filósofo. Ejerció entre sus contemporáneos una fascinación enigmática.
Creyéndose inmortal, se arrojó al cráter del volcán Etna, muriéndose abrasado.
Sus dos obras conocidas son Las Purificaciones y Perifiseos,
escritas en verso y de las que solo se conservan algunos fragmentos.
Para Empédocles, todo lo que existe se ha formado de las
cuatro sustancias fundamentales: agua, aire, tierra y fuego.
El mérito de Empédocles radico en anticipar la idea
científica de “elemento químico”, por lo tanto un objeto empieza a ser (unión de
partículas) o deja de ser (disgregación), pero las partículas básicas ni
empiezan a ser ni dejan de ser; son eternas e indestructibles. De allí salió
también otra idea científica “La ley de conservación de la materia”,
elaborada por Lavoisier.
Empédocles también hablo o introdujo la idea de “fuerza”,
pero con una envoltura religiosa. Hay dos tipos de fuerza divinas: una
agregadora o filia (el amor) y otra disgregadora o Neikos (el odio).Estas dos
fuerzas dominan alternativamente, sucediéndose una a otra en un proceso cíclico
y así el mundo se va formando (dominio del amor) y destruyendo (dominio del
odio) en un movimiento eternamente repetido.
Para Empédocles, en el origen de los tiempos, en la
formación del mundo, el predominio del amor hizo que las cosas se unieran
indiscriminadamente unas con otra y
así se formaron multitud de seres monstruosos y deformes de los que solo
sobrevivieron los más aptos, que son seres las especies existentes en la
actualidad. Los seres humanos eran ambiguos, hermafroditas y estériles; en
ellos cohabitaban dos principios: uno masculino y otro femenino; el odio separo
estos dos principios y el amor humano emprendió una búsqueda desesperada de la
otra mitad de uno mismo para retornar a la unidad primigenia, en la que hombre
y mujer eran una y la misma cosa.
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