El problema de los
universales
La cuestión de los
universales se convirtió en una de las fuentes de disputa filosófica en el ámbito
del pensamiento cristiano medieval. Hay que recordar que la aparición histórica
de este problema se produjo a finales del siglo IX, culminando en la filosofía nominalista
de Guillermo de Occam, que sería el principal de los adversarios progresistas
del pensamiento de Santo Tomas.
El problema de los
universales arranca de la célebre teoría platónica de las ideas, pero su formulación
provenía de una obra titulada Isagoge, del filósofo neoplatónico Porfirio (232-304),
quien en un pasaje que comentaba Aristóteles y sus categorías, propuso el
siguiente complejo de cuestiones: ¿Qué clase de existencia debe atribuirse a
las ideas universales? ¿Cuál es la
realidad propia de los términos abstractos, de los conceptos generales? ¿Son
las ideas universales realidades por si mismas o solo conceptos forjados por la
mente humana?
Sin embargo, el
problema de los universales era más complejo: suponiendo que se admitiera la
existencia independiente y subsiguiente de las ideas universales, ¿Qué clase de
realidad eran las ideas?
Nominalismo
El nominalismo fue
una doctrina filosófica que negaba la existencia de los universales. Para los
nominalistas, el hecho de que en el lenguaje existían conceptos generales como “hombre”,
“perro”, “árbol”, etc., no implica que en la realidad existan universales que
se correspondan con tales conceptos. Así, el concepto universal o idea general
quedaba reducido a un mero nombre, ósea, un signo lingüístico que en una unidad
verbal resume las características comunes a múltiples individualidades
concretas .Estas últimas son las únicas categorías que presentan una existencia
efectiva y real. Los nominalistas plantearon la existencia de dos planos
interpretativos: el lingüístico y el ontológico. Así como a las ideas simples
les corresponden unas realidades singulares objetivas, es absurdo atribuir a
cada idea universal una existencia independiente y diferenciada de la
simplemente logicolinguistica.
Resumiendo, los
nominalistas creían que los universales no son res (cosa),sino tan solo nomina
(nombre).Por ejemplo, el concepto “hombre”, considerado en su parte física, no
es más que un flatus vocis (un mero sonido), y considerado como elemento lingüístico
se limita a un símbolo que se refiere a un conjunto de entes concretos reunidos
en la especie “hombre”. Resulta, pues, absurdo creer que en algún lugar existe
un “hombre perfecto”, tal como derivaba de los planteamientos tradicionales.
Guillermo de Occam
(1290-1350)
Realizo una drástica
y sistemática eliminación de los elementos conceptuales del pensamiento
anterior utilizando un método conocido con el nombre de la “navaja de Occam”,
que se reduce a la siguiente tesis: “No hay que multiplicar los entes sin
necesidad”. Con esto Occam indico que entre dos hipótesis o tesis distintas, la
verdadera es siempre la más sencilla, es decir, aquella que hace intervenir
menos entes. A partir de esa idea, sentó las bases del nominalismo afirmando
que lo fundamental en el conocimiento humano no es la búsqueda de lo esencial y
universal, sino la explicación de lo concreto y de lo singular. Este razonamiento
influyo posteriormente en la corriente del empirismo.
El interés que Occam demostró por el conocimiento de lo
singular frente a lo universal motivo que, a partir de él, la filosofía se
dedicara al estudio de la naturaleza, abandonando abstracciones anteriores y marginando
la metafísica. Siempre creyó que el método adecuado para acceder a lo singular
y lo sencillo era la intuición directa, y comenzó por establecer una distinción
absoluta entre filosofía y teología. Según el, ambas disciplinas son materias
distintas sin ninguna relación entre sí. Luego, afirmo que ninguna verdad de la
fe religiosa puede ser demostrada y, que, por tanto, el hombre es libre de
aceptarla o rechazarla.
Dese un punto de
vista político y social, Occam fue partidario del erastianismo, corriente filosófica
que proponía la separación de la Iglesia y del Estado, pero el gran valor de su
aportación filosófica radica en haber sido el primero en romper con el
dogmatismo cristiano, abriendo la puerta de la investigación científica. Sus
dos obras más importantes son: Summ Totius Logicae y Quodlideta Septem.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario