La Casa Fuerte
Caminando desde la Catedral por la calle Bolívar hacia el
Boulevard 5 de Julio y luego hacia la derecha hasta la Plaza Bolívar nos
conseguimos con La Casa Fuerte.
La Casa Fuerte, era originalmente un hospicio franciscano llamado el Convento
de San Francisco.
En los primeros tiempos de la colonia, Barcelona
fué el centro de las Misiones de Recoleto. La Recoleta, una muy estricta
división de observantes, estaba dedicada a los ideales franciscanos de pobreza
y de cuidado del pobre.
En este hospicio se daba asilo a los viejos, a los pobres y a los huérfanos. En
1.811, los patriotas expulsaron a los frailes ante la negativa de estos últimos
de prestar juramento de respeto a la nueva Constitución y a la nueva bandera. A
finales de 1.816, las tropas republicanas ocuparon y fortificaron con cañones
el Convento por orden de Bolívar, quien daba primordial importancia a Barcelona
ya que por ahí recibiría las provisiones a través del puerto.
En marzo de 1817, durante la conquista de Guayana, pasó por
allí El Libertador Simón Bolívar; y dejó encargado de su defensa y custodia al
general Pedro María Freites, con unos mil soldados de infantería y artillería.
Freites, decide fortificar el convento, dar asilo a gran
cantidad de niños, mujeres y ancianos, y preparar la defensa. El general
Freites era natural de Barcelona, donde había nacido en 1790, gozaba de gran
prestigio por su valor y además era depositario de la confianza de Bolívar.
Casa Natal de Pedro María Freites en Barcelona
El coronel británico William Charles Chamberlain –edecán de
Bolívar-se había quedado en el fuerte por que resultó herido en la batalla de
la Rota de Unare; y prestaba sus servicios como asesor de Freites. Casi
todos ellos murieron el 7 de abril de 1817, en la defensa de la “Casa Fuerte”
de Barcelona.
Aldama había llegado a esas costas el día 5 de abril; dos
días ubica sus baterías frente al antiguo Convento, lanza un ultimátum,
exigiendo rendición incondicional al general Freites, prometiendo respetar las
vidas de los sitiados. Freites responde que permita la retirada de los civiles,
y que le sean respetadas sus pertenencias; pero el feroz español, contesta:
“Rendición o muerte”. Freites ordena disparar contra los sitiadores, y se
produce intenso fuego entre ambos bandos; pero la ventaja material y numérica
era muy superior, se combate con frenesí y denuedo, sin dar ni pedir cuartel.
Los defensores van cayendo uno a uno, la proporción es de 4 por 1; los
realistas logran quebrar una de las entradas, se combate cuerpo a cuerpo, a
bayoneta calada. Los patriotas no cuentan con más parque, los cañones causan
gigantescos destrozos en las murallas de la “Casa Fuerte”, cuyos escombros
matan a muchos civiles; una bala hiere al general Freites en el brazo derecho
haciéndole perder el sable, que retoma con gallardía en la mano izquierda.
Aldama enardecido le vuelve a exigir la rendición, solo cien hombres quedan en
la defensa heroica de la “Casa Fuerte”, pero irreductible y tercamente Freites
no se entrega, hasta que llega el momento de verse rodeado por más de 120 bocas
de fuego, le disparan al hombro izquierdo y lo hacen prisionero, Aldama no
desea que muera allí mismo.
En la “Casa Fuerte” ha sucumbido Chamberlain, mató a su
esposa la heroína Eulalia Ramos –a pedido de esta por no verse ultrajada-,
internándose en el fragor del combate hasta que cae muerto en un charco de
sangre. Los restos de Eulalia Ramos de Chamberlain fueron descuartizados
Casa en Barcelona donde habría muerto Eulalia Buroz,
luego de la toma de la Casa Fuerte.
El jefe español ordena una inclemente degollina,
contra niños, mujeres y ancianos; las pérdidas humanas de ese día superaron las
3.500, por doquier hay llanto y desolación.
Los realistas se apoderaron del parque, más de 1.000
fusiles, municiones, caballos y ganado; antes de retirarse de Barcelona,
el cruel español ordenó derribar las murallas a cañonazos, y “reducir todo a
escombros para que no quede ni el recuerdo”.
El general Pedro María Freites fue trasladado a
Caracas con su segundo oficial Francisco Estaban Rivas, heridos de
consideración; su esposa María Ignacia Salaverría se presentó ante el temible
el Capitán General Salvador Moxó, solicitando clemencia y perdón para su
marido. Éste haciendo caso omiso, ordenó “juicio sumario por insurrección”, y
los dos fueron ahorcados en la Plaza Mayor el 17 de abril de 1817. Otra versión
histórica señala que ambos fueron fusilados, ese mismo día. Un sacerdote
español los acompañó al cadalso exhortándolos a arrepentirse por haber
tomado las armas contra el rey; ambos patriotas les escupieron con desprecio,
gritando ¡Vivas a Venezuela! Aldama fue enviado a España a solicitud del
general Pablo Morillo en 1819; en su expediente figuraban las acusaciones de
“crueldad infinita, incompetencia e insubordinación”; recomendándose su expulsión
del ejército, por lo que fue dado de baja con deshonra, y su “Hoja de
servicios”, archivada para siempre.
No obstante en Barcelona de Venezuela, se levantan aún
las ruinas de la “Casa Fuerte”, como testigo indeleble de un pasado que no
debemos olvidar.
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