La
libertad negada: Baruch de Spinoza (1632-1677)
Por
su originalidad, tiene interés el tratamiento que Spinoza concede al problema
de la libertad.
Según el:
“Se dice libre la cosa que existe por la sola necesidad
de su naturaleza y que se determina a obrar por sí misma”
Sin embargo, esta
libertad es exclusiva de Dios. Solo Dios es libre. Por lo que se refiere a la
libertad humana, Spinoza concluyo de modo determinante que el hombre no es
libre porque
“no se puede considerar un
imperio dentro de otro imperio”
De
esta tesis puede deducirse que, mientras Dios exista, el hombre nunca podrá ser
libre. Es decir, en el plano de la libertad la afirmación divina es la negación
humana. Dos siglos más tarde, Nietzsche afirmo que la libertad humana solamente
puede alcanzarse con la “destrucción de Dios”
Según
Spinoza, el hombre, pues, no es libre, ni el mundo tiene por qué tener una
finalidad que cumplir.
A
partir de esta tesis, Albert Camus señalo en el siglo XX la innecesariedad de
la vida por su reducción al absurdo. Spinoza, sin embargo, cree que la vida es
necesaria y que esta causalmente determinada.
El hombre es una paradoja: es
esclavo porque se cree libre y está dominado y condicionado por la necesidad. Sin
embargo, no cerro completamente las puertas de la esperanza, dejando el
resquicio de la libertad humana para conocer, tesis que explica del siguiente
modo
“En este plano solo es libre el hombre que se conoce a sí mismo, pues
tiene conciencia de que no es libre y, por tanto, no se siente obligado o
coaccionado, sino que acepta el determinismo que le condiciona. Por tanto, la
libertad humana es solo relativa y un hombre será tanto más libre cuanto mayor
posea de esa relatividad”
En
contra de lo que pudiera creerse, según Spinoza, este planteamiento no
disminuye la dignidad humana, pues la no-libertad es un precio muy bajo, pues
la compensación es el privilegio ontológico de ser considerado como una parte de
Dios.
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