domingo, 2 de marzo de 2014

El problema de los universales

El problema de los universales

La cuestión de los universales se convirtió en una de las fuentes de disputa filosófica en el ámbito del pensamiento cristiano medieval. Hay que recordar que la aparición histórica de este problema se produjo a finales del siglo IX, culminando en la filosofía nominalista de Guillermo de Occam, que sería el principal de los adversarios progresistas del pensamiento de Santo Tomas.
El problema de los universales arranca de la célebre teoría platónica de las ideas, pero su formulación provenía de una obra titulada Isagoge, del filósofo neoplatónico Porfirio (232-304), quien en un pasaje que comentaba Aristóteles y sus categorías, propuso el siguiente complejo de cuestiones: ¿Qué clase de existencia debe atribuirse a las ideas universales? ¿Cuál  es la realidad propia de los términos abstractos, de los conceptos generales? ¿Son las ideas universales realidades por si mismas o solo conceptos forjados por la mente humana?
Sin embargo, el problema de los universales era más complejo: suponiendo que se admitiera la existencia independiente y subsiguiente de las ideas universales, ¿Qué clase de realidad eran las ideas?

Nominalismo

El nominalismo fue una doctrina filosófica que negaba la existencia de los universales. Para los nominalistas, el hecho de que en el lenguaje existían conceptos generales como “hombre”, “perro”, “árbol”, etc., no implica que en la realidad existan universales que se correspondan con tales conceptos. Así, el concepto universal o idea general quedaba reducido a un mero nombre, ósea, un signo lingüístico que en una unidad verbal resume las características comunes a múltiples individualidades concretas .Estas últimas son las únicas categorías que presentan una existencia efectiva y real. Los nominalistas plantearon la existencia de dos planos interpretativos: el lingüístico y el ontológico. Así como a las ideas simples les corresponden unas realidades singulares objetivas, es absurdo atribuir a cada idea universal una existencia independiente y diferenciada de la simplemente logicolinguistica.
Resumiendo, los nominalistas creían que los universales no son res (cosa),sino tan solo nomina (nombre).Por ejemplo, el concepto “hombre”, considerado en su parte física, no es más que un flatus vocis (un mero sonido), y considerado como elemento lingüístico se limita a un símbolo que se refiere a un conjunto de entes concretos reunidos en la especie “hombre”. Resulta, pues, absurdo creer que en algún lugar existe un “hombre perfecto”, tal como derivaba de los planteamientos tradicionales.

Guillermo de Occam (1290-1350)

Realizo una drástica y sistemática eliminación de los elementos conceptuales del pensamiento anterior utilizando un método conocido con el nombre de la “navaja de Occam”, que se reduce a la siguiente tesis: “No hay que multiplicar los entes sin necesidad”. Con esto Occam indico que entre dos hipótesis o tesis distintas, la verdadera es siempre la más sencilla, es decir, aquella que hace intervenir menos entes. A partir de esa idea, sentó las bases del nominalismo afirmando que lo fundamental en el conocimiento humano no es la búsqueda de lo esencial y universal, sino la explicación de lo concreto y de lo singular. Este razonamiento influyo posteriormente en la corriente del empirismo.

El interés que  Occam demostró por el conocimiento de lo singular frente a lo universal motivo que, a partir de él, la filosofía se dedicara al estudio de la naturaleza, abandonando abstracciones anteriores y marginando la metafísica. Siempre creyó que el método adecuado para acceder a lo singular y lo sencillo era la intuición directa, y comenzó por establecer una distinción absoluta entre filosofía y teología. Según el, ambas disciplinas son materias distintas sin ninguna relación entre sí. Luego, afirmo que ninguna verdad de la fe religiosa puede ser demostrada y, que, por tanto, el hombre es libre de aceptarla o rechazarla.
Dese un punto de vista político y social, Occam fue partidario del erastianismo, corriente filosófica que proponía la separación de la Iglesia y del Estado, pero el gran valor de su aportación filosófica radica en haber sido el primero en romper con el dogmatismo cristiano, abriendo la puerta de la investigación científica. Sus dos obras más importantes son: Summ Totius Logicae y Quodlideta Septem.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario