La existencia de Dios
Para Santo Tomas la existencia de Dios en cuanto a si misma es per
se notum secundum (evidente por si misma), aunque no per se notum quad nos (evidente con respecto a nosotros). Por
tanto, es inútil intentar demostrar racionalmente su existencia. Esta dada. En
todo caso la prueba debe realizarse a partir de las cosas que la experiencia
permite observar. Más concretamente y siguiendo el planteamiento tomista, en el
intelecto humano no hay nada que antes no haya pasado a través de los sentidos.
Así, a Dios se le conoce por sus efectos sobre el hombre y en consecuencia, la demostración
debe realizarse a posteriori,
o sea, después. A partir de
tal criterio, Santo Tomas proporciono las célebres cinco vías como pruebas
demostrativas de la existencia divina.
La primera vía: se funda en la observación del movimiento
de las cosas y en el principio lógico de que: todo lo que se mueve es movido por algo. Así, el objeto A es movido
por el objeto B. Este, a su vez, es movido por el objeto C. El objeto C seria,
a su vez, movido por el objeto D, y así sucesivamente. Si, siempre según Santo
Tomas, Se rechaza proceder ad
infinitum (indefinidamente),
lo que repugnaría a la razón y a toda lógica, entonces habrá que admitir que al
final de todo hay algo que mueve sin ser
movido.
A este algo, Santo Tomas lo llamo Dios.
La segunda vía: se basa en la observación de la realidad y
en el llamado principio de causalidad. Es decir, nada puede ser la causa de sí
mismo, pues para serlo tendría que haber existido antes, Todo efecto tiene una causa anterior. Y esta causa anterior, a su
vez, no es más que el efecto de una causa todavía más anterior. Siguiendo este
razonamiento, Santo Tomas rechazo proceder infinitamente hacia atrás,
concluyendo que existe una causa
incausada, a la que llamo Dios.
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