El segundo viaje de Cristóbal Colón
Siete años necesito Colón para convencer y organizar el
primer viaje y menos de siete meses para organizar el segundo viaje.
El puerto escogido el de Cádiz, porque Palos no era
adecuado. Diecisiete bastimentos: tres naves, doce carabelas, una nueva nave
para el Almirante denominada María Galante. La cifra, incluida la tripulación,
entre 1200 y 1400: hombres de mar y de tierra, sacerdotes y frailes.
La flota zarpa el 25
de septiembre de 1493 empleo 6 días y seis noches para llegar a la Gran
Canaria. El 5 de octubre la flota llega a San Sebastián de la Gomera. Aquí el
Almirante fue recibido con disparos de bombardas, luminarias y fuegos
artificiales. Beatriz de Bobadilla no había olvidado el idilio pero las crónicas
no cuentan si en la breve estancia se reanudaron los antiguos vínculos.
Se ordenó embarcar: semillas de naranja, limones, cedros, melones,
todo tipo de hortalizas,
cabras, ovejas y cerdas.
En el primer viaje Colón
no solo descubrió América, sino también la ruta entre Europa
y América.
La ruta del segundo viaje, fue más perfeccionada y permaneció vigente
durante los cuatro siglos siguientes.
En el paralelo 16° encontraron tierra, escribe Michele da
Cuneo:
“vimos tierra, es decir cinco islas desconocidas”
Dominica, la primera isla avistada, María Galante, La Deseada, las pequeñas islas de Los Santos y la isla más bella Santa María de Guadalupe, se lo había prometido a los frailes del santuario al cual había ido
en peregrinación.
En la Isla María Galante Colón pudo desembarcar, tomo posesión,
coloco el estandarte real; hizo levantar una cruz y se celebró la misa: la
primera en América, después de las de Groenlandia, en tiempos de la colonización
vikinga.
Unas islas que
ofrecen un espectáculo de contraposición: desde una floresta virgen hasta el
otro lado, totalmente contrario, el del desierto.
Don Fernando escribe que los españoles encontraron allí mucha
madera de aloe, lentisco, sándalo, jengibre, incienso y algunos árboles que por
el olor y el sabor parecían la canela y mucho algodón. Vieron también azores,
garzas reales, cornejas, palomas, perdices, ocas y ruiseñores además muchos
papagayos de múltiples colores, verdes, blancos y rojos, del tamaño de los
gallos comunes, así como calabazas y ciertas frutas que parecían piñas verdes, pero
bastante más grande y llenas de pulpa maciza, como el melón. Era el ananás: otro
descubrimiento que Guadalupe brida a los españoles.
Otra novedad ofrece Guadalupe a los españoles, la más
importante: el encuentro de los caribes comedores de carne humana, los caníbales.
Estas referencias se toman con cautela, porque los relatos no se atienen a
referir solo hechos reales. Parece que se dejaron llevar por exageraciones y
detalles, por lo cual es difícil evitar la sospecha de que la fantasía haya
imperado todo el tiempo. No obstante parece difícil negar que los Caribes comieran
carne humana, la comían para alimentarse.
Luego vino Santa María de Montserrat, Redonda, Antigua,
Nevis, St. Cristopher, St. Eustatius, Saba, St. Barthelemy, St.Martin, Anguila,
DogIsland, Sait Croix y finalmente las maravillosas Islas Vírgenes, Puerto
Rico.
Serán cuatro las grandes columnas del primer imperio español
en América: La Española o Haití, Cuba, Jamaica y Puerto Rico.
Para Cristóbal Colón, semejante cadena de islas no podía ser
la avanzada de un continente y en este
segundo viaje consolida la idea de haber
llegado a Asia.
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