La mina de oro
La Isabela fue fundada el 2 de enero de 1494 y el 6 de
enero, la fiesta de Epifanía brindo la ocasión para celebrar la primera misa
solemne en el Nuevo Mundo. El oficiante un padre catalán, benedictino. El 24 de
abril de 1494, como resalta en documentos, ya estaban en La Isabela los
regidores, los escribanos públicos, el alcalde mayor, los alcaldes ordinarios,
los alguaciles, los proveedores de agua.
Fue el primer cabildo, el primer municipio de América,
primera ciudad edificada por Colón,
¡Cuantas primicias para la Isabela! Y una última primicia: en seis años, nace,
vive y muere. Y no renace. Pronto se difunde la leyenda del mal de ojo, tan
inmediata y rápidamente que Las Casas, pocos años después, tiene la oportunidad
de escucharla: Los primitivos colonos de La Isabela, que habían muerto allí,
vivían todavía, erraban entre las casas en ruinas, saludaban con ceremonia a
los que se aventuraban por las calles abandonadas y desaparecían pulverizados
apenas alguno intentaba abrazarlos o darles la mano, en fin tocarlos de alguna
manera.
La Isabela no renació y no renace porque no tenía ni tiene
un puerto.
¿Cómo fue posible que Colón
no haya sabido escoger un buen puerto? El genovés no había nacido para fundar
ciudades aunque, como excepcional marino, era un óptimo conocedor de puertos.
Apenas terminaba la misa
el Almirante ordena a Alonso de Ojeda partir hacia el interior para
buscar las minas de oro. Descendieron hacia la Vega Real donde corre un río
“un gran río más largo y ancho que el de Sevilla”
Colón lo nombro Río de
Oro por la abundancia de polvo de oro recogido en sus aguas.
¡Por lo tanto había oro!
¡Había minas de oro!
El Almirante en su expedición hacia el interior recogió diez
kilogramos de oro. El había visto como se comerciaba con el oro en Guinea o en Génova
pero aquí el oro se encontraba en su estado natural.
Todavía en el presente hay oro. La mina actual está en una
zona no distante de la del Cibao. República Dominicana declaro en 1983 una producción
de oro de 11240 kilogramos; es una cantidad considerable.
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