La tragedia del Fuerte Navidad.
El 28 de noviembre Colón llega a La Navidad y tiene la
visión de la tragedia acaecida. Los 39 colonos están muertos; las casas y la
fortaleza quemadas.
No parece haber duda de que la culpa de los primeros
desordenes en La Navidad no haya sido de los aborígenes. Es necesario imaginar
con la ayuda de la fantasía el escenario: 39hombres, no delincuentes, pero
tampoco eran frailes piadosos, de temperamento fuerte, hechos a las tormentas
del mar, acostumbrados a vivir alejados de las familias, habituados a desahogar
sus instintos sexuales en las mujeres halladas en los puertos donde
desembarcaban. Aquí había cuantas mujeres querían, disponibles pero no en el
respeto reciproco, el amor libre. Posible
no es, pero lo fue.
Por otro lado el oro, custodiado con celo el secreto para
encontrarlo y cuando era hallado por más de uno, los pleitos inevitables para
su repartición.
El clima, transcurrían los meses y las estaciones y el calor
era el mismo. En esos once meses nunca hubo un día frio invernal y tampoco un día de calor seco de verano. El
clima exacerbo los defectos y los deprimió.
Guacanagarí, precisamente se consideraba y era sincero amigo
del Almirante y sus hombres, no pudo dejar de escandalizarse por el
comportamiento de los españoles que, con el transcurso de los meses, se había
vuelto cada vez más arrogante y malo.
Las intenciones de Colon y los reyes: Dios, Cristo y la
Virgen
La respuesta fue: blasfemia, sarcasmo y risotadas.
Canoabo fue uno de los dos caciques caribes que ya no tenían
costumbres caníbales, pero descendió de la montaña y puso término a tanta ignominia; dio muerte a los blancos
sobrevivientes; prendió fuego al poblado y al fuerte. Canoabo represento el
vengador, la justa venganza, el lógico castigo del severo Dios del Antiguo
Testamento.
Guacanagarí y Canoabo, uno era Taino el otro Caribe, las
relaciones entre ellos no era amistosa. Guacanagarí vio el desarrollo de los trágicos
acontecimientos; no logro evitarlos.
La hipótesis probable es que Guacanagarí se haya mantenido
neutral durante los acontecimientos de La Navidad y que sus declaraciones y la
de los suyos a Colón contengan elementos de falsedad y de mentira por el miedo
a ser castigados.
Colón ante la narración de lo ocurrido en La Navidad no se
conmovió, sino que permaneció impávido, frio, al menos exteriormente.
Cualquiera sea el efecto profundo de esta tragedia en su ánimo, Colón, por el
momento, lo esconde con su reserva habitual, la cual es una de sus
características más relevantes.
Es fácil imaginar las impresiones de los 1200 hombres que,
con entusiasmo, habían decidido
participar en la aventura.
Aquí la estrella de Cristóbal Colón comienza a declinar. Se
encuentra en una tierra hostil, con 1200 hombres que dirigir en medio de
florestas insalubres. No queda entonces sino volver a partir. Volver atrás.
Finalmente Cristóbal Colón desciende a tierra para fundar allí
la nueva ciudad, la colonia prometida, con una apresurada y obligada decisión, fundo
la nueva colonia. No la llamo Nueva
Navidad: también el nombre debía desaparecer de la memoria. Le dio el nombre de
la Reina, de quien lo había sostenido, ayudado, protegido: La Isabela.
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